Diagnóstico reservado
Entrevista.com.mx/ José Saldaña.
En Tamaulipas, la promesa de un sistema de salud renovado bajo la administración de Américo Villarreal Anaya choca con la cruda realidad cotidiana de hospitales saturados, carencia de medicamentos e infraestructura insuficiente.
Aunque el gobernador asegura que más del 90 % de las claves de medicinas están abastecidas, pacientes y testimonios en clínicas públicas desmienten esa cifra, recalcando que incluso los fármacos más comunes como paracetamol y antibióticos no se consiguen en farmacias hospitalarias.
En instituciones como el Hospital General de Victoria, en donde el mandatario fue director y trabajó como cardiólogo durante años, se pide a los pacientes que lleven hasta las gasas para las curaciones, ya que no tienen ni alcohol.
La falta de insumos médicos va más allá de simples faltantes: sin material quirúrgico, equipos diagnósticos y reactivos de laboratorio resulta prácticamente imposible realizar estudios básicos.
En muchas clínicas, ni siquiera pueden completar análisis por falta de reactivos, lo que lleva a retrasos o interrupciones de tratamiento que afectan directamente la salud de los usuarios, y que ha llevado a la muerte de cientos de pacientes durante el sexenio.
La infraestructura hospitalaria continúa en estado precario. Reportes de medios e instancias médicas describen hospitales con filtraciones en techos, desconexiones en el suministro eléctrico y fallos en el aire acondicionado, condiciones inadecuadas para pacientes y personal.
Aunque se han realizado entregas de mobiliario y equipo, la operación efectiva de estos espacios se ve limitada por el abandono estructural crónico, así como la falta de voluntad del gobernador Américo Villarreal para mejorar la atención en salud a los tamaulipecos.
La calidad de atención también se ve impactada por la escasez de personal en los hospitales de Tamaulipas. En la primera mitad de la administración del morenista, faltan aproximadamente 4 mil 55 plazas —entre médicos, especialistas, enfermeras y paramédicos—, lo que ha agravado la saturación en unidades de segundo nivel y urgencias.
El mandatario estatal, tampoco ha evitado que muchos médicos recién egresados renuncien ante la ausencia de oportunidades de especialización, salarios competitivos y condiciones laborales dignas.
La alta demanda acumulada se refleja en hospitales públicos del sur como Tampico y Ciudad Madero: urgencias saturadas, pacientes en espera de horas o días para ser atendidos, y hospitales de segundo nivel que colapsan a diario.
Se observa además una contradicción: aunque la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) recibe más de mil aspirantes para estudiar medicina, el sistema no puede absorberlos, lo que genera una fuga de talento hacia el sector privado, el extranjero y otras entidades del país.
En el ámbito preventivo, situaciones emergentes como el brote de sarampión han dejado al descubierto la fragilidad del sistema de salud en Tamaulipas: la baja cobertura de vacunación infantil y adultos, así como el presupuesto limitado para campañas, agravan la vulnerabilidad sanitaria.
Tamaulipas ha registrado casos graves de sarampión, lo que evidencia un sistema debilitado ante emergencias epidemiológicas, así como una gran indiferencia ante el sufrimiento de los ciudadanos por ese tipo de padecimientos.
A pesar de avances puntuales como la reapertura de quirófanos del IMSS-Bienestar o la entrega de ambulancias, las estrategias aún no se traducen en una mejora significativa de servicio.
La capacitación y acreditación de unidades avanza lentamente; mientras, cientos de miles de ciudadanos enfrentan atención limitada, insatisfactoria o en condiciones indignas.
La llamada “Transformación en Salud” permanece incompleta. Sin mayor presupuesto operativo, control transparente en licitaciones, y con una administración pública arrastrando deudas millonarias por compras irregulares, las acciones del Gobierno prometido para superar el estancamiento sanitario palidecen ante la realidad en clínicas y hospitales.
Mientras persista la brecha entre discurso e impacto, la salud de los tamaulipecos seguirá siendo el sector más adornado en promesas y el más golpeado en resultados.
Miles de tamaulipecos que acuden a hospitales para recibir tratamiento médico, verán cómo se agrava su salud, pues no hay medicinas, y quienes requieren una cirugía con especialistas deben esperar más de tres meses, si es que no fallecen a la espera de la misma.